Netflix lanza trailer, fotos y fecha del estreno de su película "22 de Julio" basado en el hecho real del brutal atentado de un fanático de extrema derecha en Noruega


En 22 de julio, Paul Greengrass (Capitán Phillips , Vuelo 93 ), cineasta nominado a un Premio Óscar®, narra la historia de las consecuencias del ataque terrorista más letal que ha sufrido Noruega. El 22 de julio del 2011, 77 personas murieron cuando un terrorista de extrema derecha detonó una bomba en un automóvil en Oslo, justo antes de llevar a cabo un tiroteo masivo en un campamento para adolescentes. La película original 22 de julio sigue el viaje físico y emocional de uno de los supervivientes para retratar el camino que siguió la nación hacia la reconciliación y la recuperación.

Escrita y dirigida por Paul Greengrass, 22 de julio está basada en el libro “One of Us: The Story of an Attack in Norway – and Its Aftermath” de Åsne Seierstad. La película está producida por Scott Rudin, P.G.A., Paul Greengrass, P.G.A., Gregory Goodman, P.G.A., y Eli Bush, P.G.A.; el reparto lo integran Anders Danielsen Lie, Jon Øigarden, Jonas Strand Gravli, Maria Bock, Thorbjørn Harr, Ola G. Furuseth, Seda Witt e Isak Bakli Aglen.

Se estrenará el próximo 10 de Octubre en Netflix.


¿Qué ocurrió?

Noruega dirige su mirada a Anders Behring Breivik, el hombre cuya intolerancia y extremismo lo llevó a planificar y protagonizar la masacre de más de 80 personas. Tenía 32 años y se definía como “soltero, cristiano y conservador”. Interrogado por la policía, “admitió su responsabilidad” en ambos ataques, dijo el abogado Geir Lippestad

“Explica que fue cruel, atroz pero necesario; que debía llevar a cabo esas acciones”.

Breivik es un “fundamentalista cristiano” cercano a la ultraderecha y a los neonazis, y con marcada hostilidad por lo que él llama “ideología del multiculturalismo”. Particularmente se opone al marxismo y al Islam, a las que define como “ideologías del odio”. 

Anders elaboró con cuidado su plan. En abril alquiló una granja en el corazón agrícola de Noruega, un lugar idílico a lo largo del río Glomma, el más largo y de mayor caudal. Está a unos 150 kms. de Oslo. Desde allí llamó por teléfono al almacén más cercano y encargó seis toneladas de fertilizante. Como es usado normalmente por los agricultores de la zona, no llamó la atención. Su componente es nitrato de amonio y combinado con combustible es altamente explosivo. Con ese material fabricó el cochebomba. El método casero utilizado es muy similar al de las milicias nacionalistas de Oklahoma, EE.UU., que en 1995 hicieron volar un edificio federal y mataron a 168 personas.

La frialdad con que llevó adelante los atentados demuestran una personalidad desquiciada. Colocó el vehículo con la bomba en el centro de Oslo, frente al edificio de gobierno, y lo hizo detonar provocando una devastadora explosión. Ahí mató a 7 personas. Pero luego se dirigió a Utoya, con dos armas: una pistola y un fusil de asalto. Allí reunió a los jóvenes y luego los comenzó a matar con asombrosa tranquilidad. Los relatos hablan de la insensibilidad con que disparaba. Asesinó a más de 70 personas. Cuando llegó la policía, se entregó.

Anders demostró que no hay paraísos en este mundo globalizado. En un par de horas derrumbó el modelo de convivencia noruego, una sociedad que se destaca por ser una de las más tolerantes de Europa y desde hace ya mucho tiempo multiétnica. Al día siguiente del atentado, Oslo seguía siendo zona de guerra. Había retenes por todos lados y el ejército fue desplegado en los puntos estratégicos, como el aeropuerto. Un detalle penoso: la policía, que antes del suceso vigilaba desarmada, comenzó a usar armas.

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